Unida al camino Real aparece la casa del Hospital del Obispo. Esta famosa casa, situada en el valle al que da nombre, valle del Hospital, rodeada de frescos prados y de frondosos robledales sirvió de refugio para "los peregrinos que pasan por montañas yermas, sin poblado alguno, y muchos mueren por el campo", como se recoge en el privilegio que Pedro I el Cruel otorga en Sevilla el doce de Octubre de 1360 para que se funde una venta en el puerto de la Cereceda y se ponga a su servicio a dos matrimonios, vecinos de Guadalupe que tendrán viandas francas y libres y estarán bajo la autoridad del prior del monasterio.
El lugar escogido es un antiguo refugio de caza de Pedro I o de su padre, el rey cazador, Alfonso XI. A finales del siglo XV, el edificio es ampliado por el canónigo de la catedral de Sigüenza don Diego de Muros, circunstancia de la que deriva el nombre de este hospital y de la dehesa que le circunda. Más tarde, el obispo de Cuba, don Juan del Castillo, dota de rentas a este hospital para que a cada peregrino se le socorriese con un pan de a libra. En este Hospital se ofrecía hospedaje y descanso a todos los caminantes que se dirigían a visitar a la Virgen Morena. Tuvo su mayor apogeo durante el siglo XV y XVI coincidiendo con el esplendor del monasterio de Guadalupe centro cultural y espiritual de la época. En el siglo XVIII ya se hallaba en decadencia esta obra pía, unida al abandono de esta vía de peregrinación, aunque todavía se da algún socorro a los pobres que pasan por allí.
Posteriormente, en el siglo XIX, año de 1860 pasa a manos privadas, al ser comprada junto con la Dehesa del Hospital, por D. José de Salamanca. Finalmente fue utilizado como cuartel de la Guardia Civil para combatir a los guerrilleros antifranquistas refugiados en estas sierras. Recientemente ha sido restaurada una parte del edificio conservando la pequeña capilla situada en el ala Este, fachada que aún conserva y revela su construcción inicial, donde se pueden observar los contrafuertes que sostienen los muros.